Hace tiempo venía dándole vueltas a la idea de crear algo con mi segundo apellido. Es corto, práctico y siempre me ha parecido artístico. Pero, más importante aún, es el apellido de mi madre.

Creo que de ella heredé mi lado creativo.

Recuerdo que un día decidimos intervenir unas tablas de cocina que mi padre tenía sin usar, dibujamos algunos paisajes y las usamos para decorar el parrillero.

También recuerdo que en uno de los paseos por la feria, me enamoré de un cuadro, ella me lo compró. 

En el cuadro se veía una cabaña tranquila en medio del campo, tenía relieves hechos con arena . Nunca entendí exactamente qué fue lo que me cautivó, quizá fue la paz que me transmitió o quizá fueron los relieves…

Tal vez fue ese día, o quizá fue alguna de las muchas manualidades que hice en la escuela… 

Lo cierto es que no puedo decir con exactitud cómo o cuándo empezó, pero tengo la certeza de que mi madre tuvo mucho que ver con el hecho de que ame la pintura,

Por eso, hoy decido usar su apellido —nuestro apellido—  para que, donde esté, sepa que lo estoy intentando y que la tengo más presente que nunca.